Una voz que viene de lejos
Dolores Reyes no necesita levantar el tono para que todo se detenga. Su voz es serena, pero cada frase tiene peso. Así se presentó en la mesa: sin preámbulos, sin maquillaje. Contó que creció en un entorno de pocos libros pero muchas historias, y que su vínculo con la escritura fue una forma de afirmarse en el mundo. “Escribo desde el cuerpo. Y también para no desaparecer”, dijo en un momento que pareció suspender el aire.
Caro y Gabo escucharon más que hablaron. La charla derivó en temas como la lectura como práctica política, la maternidad como construcción de lenguaje, y los márgenes como centro posible de la literatura. Dolores no da recetas. Da fragmentos de verdad.
Taller, territorio, resistencia
La autora se suma como docente a la Escuela Orsai con un taller que lleva su firma: fuerte, directo, con foco en las emociones y en el entorno. “Quiero trabajar con materiales personales, con memoria, con lo que incomoda pero también transforma”, explicó. La propuesta es escribir desde el territorio propio, pero mirando siempre hacia afuera.
Hacia el final, aro la definió como una de las voces más potentes de la narrativa actual. Gabo agregó que sus libros “no se leen: se atraviesan”. Y Caro cerró con una imagen que sintetizó el espíritu del encuentro: “La literatura de Dolores no ilumina. Hace ver en la oscuridad.”