Malena Pichot, Lucho Mellera, Julián Lucero, Laila Roth y Juan Barraza se animaron al cuento dramático en la Revista Orsai

Lo que parecía un juego con trampa se transformó en una apuesta narrativa conmovedora.

Si hay algo que saben hacer los comediantes, además de hacernos reír, es detectar con precisión quirúrgica los matices de lo humano. Esta serie de relatos lo confirma.

Los autores convocados fueron Julián Lucero, Malena Pichot, Laila Roth, Juan Barraza y Lucho Mellera, todos referentes de la comedia contemporánea en Argentina, pero con registros, sensibilidades y trayectorias muy diferentes. El resultado: cinco cuentos intensos, personales y rotundamente literarios, donde el humor asoma solo por momentos, como una defensa reflejo frente al vértigo de lo emocional.

Las historias

Julián Lucero, actor, guionista y docente de teatro, abre la colección con Revistas del espectáculo, una historia en la que un joven hereda de su madre una colección de revistas de chismes. Lo que al principio parece un elemento absurdo se convierte en una clave para reconstruir su historia familiar. El cuento combina melancolía y ternura con una mirada aguda sobre la cultura popular como refugio afectivo.

Malena Pichot, reconocida por su humor feminista y corrosivo en proyectos como Cualca! y Estupidez compleja, sorprende con Mariela está en un gran momento, un relato oscuro sobre una mujer que busca la perfección física y emocional en un entorno saturado de coaching, rutinas y autoexigencia. Pichot revela aquí una faceta narrativa potente, donde el terror no es sobrenatural, sino cotidiano.

Laila Roth, comediante santafesina con una voz singular dentro del stand‑up latinoamericano, narra en Guefilte fish el regreso de una hija a la casa materna para celebrar Pesaj. El choque cultural y generacional entre una madre judía tradicional y su hija queer genera una tensión sutil, sostenida con humor y cariño. Es un cuento donde el absurdo y la ternura conviven en equilibrio.

Juan Barraza, uno de los nombres más respetados del stand‑up argentino por su estilo sobrio y reflexivo, entrega en Un cuento de Navidad una historia sobre la vejez, el duelo y el fútbol. Un hombre al que le prohíben ver partidos por motivos de salud atraviesa las fiestas de fin de año en una atmósfera de silencio y resignación. Barraza construye un cuento austero, donde cada gesto dice mucho más que las palabras.

Lucho Mellera, conocido por su explosivo humor escénico y su especial de Netflix Infantiloide, cierra el ciclo con Mi primera vez, una tragicomedia adolescente ambientada en un viaje de egresados. Lo que empieza como una anécdota sexual deriva en un caos de calor insoportable, llamadas telefónicas, puertas rotas y encuentros incómodos. Con ritmo de stand-up y sensibilidad de cuentista, Mellera convierte el descontrol en una experiencia entrañable.

Este cuento aparecerá en breve, junto a la Orsai N16 que sale el 28 de diciembre.

Quiénes son

Los cinco autores provienen del circuito de comedia argentino que creció desde principios de los 2000, alimentado por el stand‑up, el teatro alternativo y las redes sociales. Julián Lucero es actor, director y guionista, con una carrera atravesada por el humor absurdo y el teatro independiente. Malena Pichot es una figura central del humor feminista, con proyección internacional y libros publicados. Laila Roth se ha destacado en escenarios de Latinoamérica y en el Festival de Viña del Mar. Juan Barraza, con un estilo introspectivo y minimalista, ha sido clave en la consolidación del género en Argentina. Lucho Mellera, por su parte, es uno de los humoristas con mayor proyección global, con presentaciones en Europa y América Latina.

Humor y drama: una tradición compartida

La idea de que los humoristas pueden —y deben— escribir historias serias no es nueva. Comediantes como Steve Martin, Ben Elton, Woody Allen o incluso los grandes del stand‑up como George Carlin y Richard Pryor han incursionado en géneros dramáticos con resultados notables. Lo que tienen en común todos ellos es una sensibilidad entrenada para observar el mundo en sus contradicciones más crudas, con una lucidez que no siempre necesita del remate para ser efectiva.

El proyecto de Orsai dialoga con esa tradición: invita a los humoristas a cambiar de registro sin dejar de ser quienes son. Y lo que surge no es una parodia del drama, sino una forma distinta de entenderlo. Como si, en lugar de mirar el dolor de frente, lo miráramos con un poco de costado. Con amor. Y con una leve sonrisa.