¿De verdad Orsai tiene dos abogados? Sí, pero es para cuidarlos a ustedes

En este sexto episodio de «Orsai Cine» Gabo Grosvald se juntó con Mariana Volpi y Amadeo Zanotti, los abogados que cuidan que no nos mandemos ninguna, para contarnos todas las cuestiones legales de las que, por supuesto, no tenemos ni idea.

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Como a esta altura muchos de ustedes sabrán, en Orsai somos férreos defensores del copyleft. Es decir: cualquiera puede hacer lo que se le antoje con la obra de Hernán Casciari sin necesidad de pagarle un solo centavo. 

Ahora bien, eso es un poco más complicado de implementar en la industria en general, por lo que para que nosotros hagamos lo que queremos con la obra de los demás, tenemos que pedirles un permiso lógico a los autores, y que implica unas cuantas cuestiones legales que no entendemos ni tenemos muchas ganas de entender. Entonces, ¿qué hacemos? Contratamos a gente que estudió. Y contratamos a los mejores: Mariana Volpi y Amadeo Zanotti, que constituyen el prestigioso buffet de abogados de Orsai, y son los que cuidan que no nos mandemos ninguna por la cual podamos terminar en cana. 

Mariana es abogada mediadora, y cuando se acercó a la industria audiovisual se sintió en su salsa: siempre le había intrigado cómo podía participar un abogado del mundo creativo. Ahí se formó y se forjó; estudió, conoció productores, guionistas, directores y para cuando se quiso acordar ya trabajaba de abogada en proyectos audiovisuales. Hace dos años la llamamos desde Orsai para colaborar en la pata jurídica de «La Uruguaya» y dice que es feliz de trabajar con nosotros, pero como es abogada no sabemos si creerle. 

A Amadeo lo conocimos en un taller de anécdotas que Chiri y Hernán hicieron en 2014 en Córdoba. Cuando llegó y nos dijo que era abogado, también lo prejuzgamos y pensamos que se había equivocado de lugar. Pero enseguida nos hicimos amigos y le dimos confianza. Y cuando se nos ocurrió hacer cine, le pegamos un llamado. 

En este sexto episodio de «Orsai Cine» Gabo Grosvald conversó con Mariana y Amadeo para que nos explicaran cómo se llevan adelante todas las cuestiones legales que hay que contemplar a la hora de producir una película. Porque sí, algo tan sencillo como sentarse a ver una película pone en juego un montón de derechos: por empezar, los derechos de autor de Pedro Mairal, el autor de la novela «La Uruguaya» en la que basamos nuestro primer film.

El proceso productivo de una obra audiovisual puede disociarse en cuatro momentos: el desarrollo, la preproducción, el rodaje y la postproducción. Después llega el quinto: la comercialización de la obra realizada. Y ahí se vuelven fundamentales los abogados. Desde el momento en que nace la idea de convertir una obra literaria en un film es primordial analizar desde una mirada jurídica que se respete la cadena de derechos. «En el caso de «La Uruguaya», esa cadena partía de quien es el titular de la obra literaria, Pedro Mairal. Él tenía cedidos los derechos a otra productora, hubo que anular esa cesión y que Pedro los cediera nuevamente, esta vez a Orsai. Y ahí empieza una concatenación de derechos que va desde el día uno en que surge la idea hasta la comercialización. Y en el medio, los contratos con autores, directores, guionistas, etcétera», explica Amadeo.

Tanto él como Mariana buscan defender, desde lo jurídico, el concepto de comunidad Orsai: buscan que los acuerdos con las partes sean amenos, conversables; que sean, en suma, más verbales que escritos, para evitar palabras difíciles que nadie que quiera hacer algo lindo pueda necesitar. Aunque, naturalmente, hay ciertos contratos que requieren formalidades. «El contrato escrito es fundamental que refleje lo que las partes acordaron charlando; si no, es un contrato que no tiene fuerza para ser cumplido de forma colaborativa, armoniosa. Las grandes corporaciones o las  plantean una visión rígida del derecho, de que no se puede cambiar una coma de un acuerdo, y es una falacia absoluta. ¿Cómo no vamos a poder conversar o modificar una cláusula? Ahí construimos poder desde Orsai: siendo una comunidad», apunta Mariana. 

Para la industria, coinciden nuestros flamantes bogas, es toda una rareza que aparezca una película autogestionada y realizada por gente con ganas de divertirse y pasarla bien. Tanto, que a la hora de revisar los contratos pensaban que 1960 era el nombre de la productora, en lugar de la cantidad de productores asociados que habían invertido en el proyecto. «A ese punto tienen formateada la cabeza de una sola manera de hacer las cosas, y ahí es donde aparece Orsai viene para proponer un cambio». 

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Gabo Grosvald

Gabo Grosvald

(Cipolletti, 1974) Productor todo terreno, hombre orquesta. Militante de la familia, los asados y las siestas. Ah, y Licenciado en Comunicación.