Los mosquitos intentaron boicotear el rodaje de «La muerte de un comediante»

Los directores de la película y el equipo técnico se trasladaron a tres locaciones diferentes para grabar fondos para escenas de vehículos en movimiento. Un trabajo de precisión quirúrgica que una invasión de mosquitos casi arruina por completo.

Cuando comenzamos con esto de hacer cine independiente, fuimos advertidos de que íbamos a tener que enfrentarnos a los grandes monstruos de la industria. Lo que no nos imaginábamos era que se referían a los mosquitos, que en el último rodaje de «La muerte de un comediante» estuvieron a punto de estropearlo todo. 

Diego Peretti y Javier Beltramino, los directores de la película realizada por Orsai junto a diez mil socios productores, se trasladaron junto al resto del equipo técnico para grabar imágenes que luego serán utilizadas como fondos en las escenas de vehículos en movimiento. Se trata de rodajes de mucho detalle técnico, ya que después tienen que rellenar un croma que sincronice de forma perfecta con lo que se ve en pantalla.  

El primer destino fue el Club La Legua, en la zona de Pilar, donde se grabaron fondos en la garita de seguridad del country. Ahí apareció la gran complicación de la jornada: una nube inmensa de mosquitos se posaba delante del lente de la cámara y arruinaba las tomas una y otra vez. Ante ese «imponderable del cine», como lo denominó Peretti sorprendido, la producción se vio obligada a desplegar un arsenal de técnicas para ahuyentarlos y limpiar la toma, porque no había repelente que valiera. 

Después del almuerzo, el equipo se mudó al Estacionamiento Lavalle, en Tucumán y Libertad, para seguir acopiando imágenes de fondos. El rodaje, extenso, terminó recién en la noche de la autopista Ricchieri, para ultimar las capturas que completarán un viaje de Debré en moto.