Sobremesas de Revista Orsai N3 T2

Un recorrido por el abanico de todas las pasiones argentinas: policiales icónicos como el de Nahir Galarza, crónicas sobre alfajores, ensayos de Zambayonny sobre fútbol y hasta una curiosa biografía de Charly, de la mano de Sala.

¡Minga! ¡Minga!

HERNAN: Al cierre de esta edición el asesor de imagen de Nahir se bajó del caso, abruptamente.
CHIRI: O lo bajaron.
H: Lo que sea; pero por suerte Tamara, al autora de la crónica, llegó a tiempo para incluir ese dato en su investigación. De lo contrario vos, como Jefe de Redacción, hubieras tenido que presentarme tu renuncia.
C: No es la primera vez que me decís eso. ¿Estás con ganas de que te presente mi renuncia?
H: Sí.
C: ¿La aceptarías?
H: Primero trataría de descubrir si querés irte o querés quedarte, y haría exactamente lo contario a tus deseos. Mi estrategia es mantenerte incómodo.
C: La estrategia de Zonzini, el asesor de imagen de la asesina adolescente, pasa por que se entienda que Gualeguaychú es una sociedad rural patriarcal, porque según él esa característica es la que está condicionando el caso de Nahir.
H: De Gualeguaychú salió el gordito famoso que ahora es político. ¿no? El que encabezó las protestas del campo en 2008…
C: ¿Cuál?
H: Ese que decía «¡Minga! ¡Minga!» ¿Cómo se llamaba? El de los cachetes colorados…
C: ¿Alfredo De Angelis, decís?
H: ¡Ese mismo!
C: ¿Y qué tiene que ver De Angelis con todo esto?
H: No sé, pensé en la sociedad rural y en Gualeguaychú y se me vino la cara de ese señor, todo un producto con «perfil» y “«contenido», como los que le gusta armar a Zonizini.
C: No puedo creer que haya sido Zonzini el que lanzó a Ricardo Schiariti a la fama, el mentalista de La Hora Extraña. ¿Te acordás de ese programa?
H: ¡Claro! ¡Lo daban en el viejo Canal Dos! Lo mirábamos siempre en los noventa, vos y yo, fumando porro.
C: A que no te acordás de la vez que Schiariti hipnotizó a Pappo y lo tumbó de espaldas contra el piso.
H: ¡Eso es mentira! Lo estás inventando ahora.
C: ¡Es la pura verdad! Pappo fue con una pierna rota, Schiariti lo hipnotizó y Pappo se cayó para atrás… Poné «Pappo hipnotizado» en YouTube y vas a ver lo que te digo.
H: Lo estoy viendo, es impresionante.
C: Según Zonzini, Nahir no es culpable. Dice que fue digitada. Sin duda está culpando al padre, al dueño del arma.
H: No me podés recomendar un video de Pappo hipnotizado y después pretender que siga hablando de otroa cosa.
C: Lo hice a propósito, para presentarte una nueva teoría sobre el crimen de Nahir Galarza.
H: ¡Epa! No lo vi venir.
C: Descubrí esto cuando puse por primera vez el video de Nahir caminando por las calles de Gualeguaychú, después de matar a su novio. ¿Viste cómo volvía a su casa después de haber matado? Caminaba, no corría. Tampoco lloraba. Iba más que tranquila: como si exagerarse una tranquilidad.
H: ¡Es verdad! Su forma de caminar era muy extraña.
C: Yo creo, querido amigo, que Nahir cometió el crimen… hipnotizada.
H:
C: ¿Me seguís?
H: Deberías presentar tu renuncia, Christian. Es imperioso.
C: Si la presento, ¿me la vas a aceptar?
H: Tengo que pensarlo.

Un montón de chicas malas

CHIRI: Si te digo que me nombres a una ladrona que conozcas, ¿quién es la primera que se te viene a la cabeza?
HERNAN: Mi hermana, Florencia Casciari. Entre los trece y los quince años, mi hermana entraba con una amiga a los negocios de ropa de Mercedes y entre las dos se robaban corpiños, vestiditos y cosas que escondían abajo de la propia ropa.
C: ¿Lo hacían por necesidad?
H: No, boludo. Si vos venías a mi casa en esa época. ¿Nos veías necesitados de ropa?
C: A tu hermana no, pero a vos sí.
H: ¡Pero yo era así por mugriento, no por pobre!
C: Bueno, pero nos estamos yendo de tema. Retomá.
H: A vos, ¿qué ladrona se te viene a la cabeza?
C: Margarita Di Tullio.
H: ¡Ah, muy bien! Alias Pepita la Pistolera.
C: Me acuerdo que la enjuiciaron por el caso José Luis Cabezas, pero al final no tenía nada que ver. Y además es la hermana de la delatora del robo del siglo, que Rodo menciona en esta historia.
H: Entre varias otras cosas… ¿Vos sabías que Pepita la Pistolera se sentó a la mesa de Mirtha Legrand?
C: Tengo un vago recuerdo.
H: Sí señor. Y, según ella, le tomó cocaína a la señora en la cara. Después del almuerzo contó que se metía un toque de merca en la uña del meñique y que aspiraba como si nada.
C: ¡Qué maravilla, tomarle merca en la cara a Mirtha!
H: Parece que en un corte Mirtha le preguntó si le picaba la nariz… Después Pepita se arrepintió de haber hecho eso. Pero dicen que con esta anécdota iba a empezar una autobiografía que nunca llegó a escribir.
C: Habría que hacer un libro con el nombre de todos los invitados que tomaron merca antes de entrar a los almuerzos de Mirtha.
H: Como una guía de teléfonos, por orden alfabético. Por eso en los almuerzos de Mirtha nadie prueba la comida.
C: Otra mujer muy llamativa del mundo del hampa es una mexicana a la que le dicen «Emperatriz de Los Ántrax». ¿La ubicás?
H: No tengo esa suerte.
C: Poné en Youtube «Emperatriz de Los Ántrax».
H: Estoy en eso.
C: En México la señalan como la mujer más poderosa del narcotráfico en Sinaloa. Ella lo niega, por supuesto. Y es una sensación en las redes sociales, porque se exhibe con armas y muestra una vida llena de lujos…
H: Sí, estoy viendo. Es linda.
C: Le dicen la Kim Kardashian mexicana. Y tiene un rifle AK-47 de color rosa.
H: Siempre pienso que es muy extraña nuestra relación con la belleza y la muerte. Los dos hechos realzan a los personajes y nos los hacen ver con mayor interés.
C: No sé si la palabra es «interés». Yo creo que es morbo.
H: Lo que quieras. Pero, ¿tendría tanta audiencia esta Emperatriz de los ántrax si fuera feúcha? Lo mismo me pregunto sobre Nahir Galarza, la asesina de la primera crónica.
C: Borges decía lo mismo sobre Gardel y sobre Horacio Quiroga, respecto de sus muertes tempranas. «Si estuvieran vivos hoy, los despreciaríamos».
H: ¡Jo jo! Qué viejo hermoso el ciego. Pero es verdad: la muerte y la belleza engalanan y dan ganas de saber más.
C: La Ladrona de la crónica de Rodo Palacios también es linda. Y además, es una chica sensible. ¿Vos decís que no hubiéramos pedido esa crónica si hubiese sido fea?
H: Yo creo que el propio Rodolfo no nos habría ofrecido esa crónica si no se hubiera enamorado de la ladrona.
C: De todos modos, no creo que Rodo se haya enamorado de ella por linda.
H: Es verdad. Rodo se enamoró de algo que no estaba a la vista.
C: A propósito: en la siguiente crónica, cuando des vuelta esta página, una actriz cordobesa escribe un texto que se llama «Carta de una travesti a los hombres que le gustan».
H: ¿Ficción?
C: No. True story.

La novia de Sandro

CHIRI: ¿Cómo la conociste a Camila?
HERNÁN: Una vez fui a dar una charla a la Universidad de Córdoba, y después me invitaron a una entrevista para la televisión. Dije que sí, sin saber a dónde iba. La persona que me llevaba en auto me dijo: «La entrevista te la va a hacer una actriz trans, muy famosa acá en Córdoba». Y yo me acuerdo que me pregunté, internamente «¿Será conocida por buena actriz o por solo por trans»?
C: Qué gordito sorete que sos, qué persona fea.
H: No lo digo para que me insultes, sino para ponerme como conejito de indias respecto de lo que Camila cuenta en su crónica. Vivimos envueltos en prejuicios y en mandatos.
C: ¿Y cómo fue la entrevista que te hizo?
H: Tengo un recuerdo increíble. Nunca la dieron por la tele a esa entrevista, ni está en Youtube. Capaz que ahora la veo y es una entrevista más, pero el recuerdo que tengo de esa charla fue intenso. Ahí vi por primera vez la potencia de Camila. Tiene una luz. Es lo que yo entiendo por artista. Una artista en estado puro. ¿Vos viste su charla TEDx?
C: Sí, es buenísima. La dio en un TEDxCordoba, ¿no?
H: Exacto. Se llama «Profundidad humana» y la recomiendo siempre que puedo, porque también te deja mudo. Te llega al corazón y te desgarra.
C: Eso es verdad… Está en carne viva arriba del escenario, y te transmite todo lo que vivió de una manera increíble, muy conmovedora.
H: Empezó a travestirse a los dieciséis años en un pueblo de provincia de cinco mil habitantes, hace veinte años… Hay que tener huevos para darle batalla a eso, ¿no?
C: Como Pedro Lemebel en Chile, otro escritor maravilloso que salió de un sociedad gris y represora. Era homosexual y encima de izquierda, así que todo le costó el triple… Un capo, Lemebel. Lo banco mucho, igual que a Camila.
H: ¡Esas son vidas heroicas! No las nuestras, que estamos todo el día en joggineta, mirando Netflix y tomando Cocoa.
C: Cuánta razon… porque además de escritora, Camila es una actriz impresionante.
H: Claro. Se pasó un montón de años en la universidad de Córdoba estudiando teatro y comunicación. Una vez me contó que algunas veces la llamaron de la televisión de Buenos Aires. No me acuerdo si de Pol-Ka o de Undergorund, o una de esas. Y ella siempre se negó a participar de esas tiras, después de ver los guiones. El tratamiento que se le da a los personajes travestis, dice Camila, sigue siendo del siglo diecinueve.
C: Hizo una película con Rodrigo de la Serna, muy linda.
H: «Mía», la dirigió Javier van de Couter. Y también una miniserie, que se pasó por Canal 7 en 2012. Se llama «La viuda de Rafael», y la historia es muy muy parecida a la película chilena que ganó el Oscar.
C: «Una mujer fantástica».
H: Esa. Una travesti y un hombre casado están enamorados y viven una relación plena, hasta que él muere. Y entonces la viuda secreta no puede tener nada del muerto: ni siquiera la memoria.
C: ¿Por qué esta sobremesa se llama «la novia de Sandro»?
H: Es el nombre de su primer libro. Escribe realmente muy bien.
C: Son extraoridinarias estas cartas que publicamos. Un gran hallazgo, te felicito. Tienen muchísima fuerza y me parece buenísimo que estén en Orsai.
H: Gracias Christian. Me alegra cuando reconocés que hago muy bien «tu» trabajo de buscar contenidos excelentes.
C: Te voy a tapar la boca con lo que sigue, que lo conseguí yo. Una crónica tremenda de Juan Sklar, también estructurada en forma de cartas.
H: Momentito. ¿De verdad conseguiste vos lo de Juan Sklar?
C: Técnicamente sí. Me llamó Juan y me dijo: «Tengo una historia buenísima sobre el sexo entre niños pre adolescentes». Y yo, como buen jefe de redacción, le dije: «¡Compro!».
H: ¡Qué buen rastreador que sos, Christian! Te admiro mucho.

Viejos y nuevos amores de verano

HERNAN: Lloré un poco en una parte del relato de Juan.
CHIRI: A mí me preocupa que llores por cosas que no son de llorar. Llorás en las propagandas de la tele, en los cuentos infantiles, mirando las góndolas del Coto… ¿Vos te hiciste ver ese problema?
H: No es un problema. Lo que pasa es que conecto rápidamente con la emoción; es algo que nos pasa a los hombres nuevos. A vos no te pasa porque sos de otra generación.
C: ¿Qué decís? Nos llevamos seis meses. Yo nací en septiembre de 1970 y vos en marzo del 71.
H: ¿No sabías que se descubrió una frontera entre el hombre viejo y el hombre nuevo? El 31 de diciembre del 70 caduca el hombre viejo. El 1 de enero del 71 empieza a nacer el hombre nuevo. El hombre feminista, el hombre que llora y no le da culpa.
C: ¿Y a eso de dónde lo sacaste?
H: El hombre nuevo no puede revelarle sus fuentes al hombre viejo.
C: El hombre viejo te va a pegar un boleo en el orto si seguís diciendo pelotudeces. El cuento de Sklar es tierno, divertido y ágil. Pero no tiene ninguna parte de llorar.
H: A mí me pone sensible la nostalgia de lo inaugural. La primera vez que nos pasan ciertas cosas. El amor, la aventura de un libro, creer en alguien… Eso, a nuestra edad, ya está perdido. Y todo lo perdido últimamente me emociona.
C: Yo el otro día perdí un llavero y no me emocioné.
H: Porque nacieste en el 70. ¿Vos sabías que los amores de verano tienen base científica?
C: No me digas que lo dice un estudio de la universidad de Maryland.
H: No. Lo dice un estudio de la Universidad de Cornell, Nueva York.
C: Ah, entonces sí te escucho.
H: No te burles, es verdad. Hay factores empíricos que lo demuestran. Cuando el día tiene más luz, el cuerpo humano segrega mayor cantidad de hormonas. Y la hormona del amor…
C: ¿Estás seguro que la gente de la Universidad de Cornell dice «la hormona del amor»?
H: No. Ellos dicen «la testosterona», pero te lo traduzco a tu forma de entender.
C: Ok.
H: Bueno: parece que la testosterona aumenta cuando el día es más largo. Por lo tanto, tenemos más probabilidades de enamorarnos en verano que en invierno.
C: No me acuerdo si transcurre en verano, pero uno de los mejores cuentos de amor que leí lo escribió Sergio Bizzio y se llama «Un amor para toda la vida». Aparece en el libro Chicos, de Interzona.
H: Es cierto, es muy hermoso. Pero ahí los protagonistas no son chicos me parece, si no medio adolescentes.
C: Bueno, tienen unos trece años, si no recuerdo mal… Pero es un cuento que recomiendo siempre que puedo, porque no falla.
H: Yo siempre recomiendo «Luz mala», de Fogwill, que también habla de amores jóvenes e iniciaciones sexuales. Es un poco más oscurito, si querés, pero también inolvidable.
C: El oscurito sos vos. ¿Ese cuento de Fogwill no es medio incestuoso? El chico no se calienta con su propia hermana.
H: Creo que se calienta con una amiga de su hermana, un verano tórrido. Y la hermana también se calienta con su amiga. Era algo así. Pero el clima es lo que importa en los cuentos, y en el de Fogwill el clima es maravilloso. Y en el que acabamos de publicar de Sklar, también. El clima es todo.
C: Qué bien que está escribiendo Juan.
H: Sí, Sklar es de lo mejorcito de nuestra generación.
C: ¡Pero si es muchísimo más joven que vos!
H: Juan Sklar nació después de diciembre de 1970, como yo. Estamos los dos del lado bueno del mostrador, somos hombres. Yo lo siento mucho si te quedaste del lado Baby Etchecopar de la vida.
C: Hacete culear, gordo sarnoso.
H: Ahí tenés. Me hiciste bullying. Me voy a llorar a mi pieza.

Alfajores y revistas sin publicidad

HERNÁN: ¿Escuchaste lo que contó en la radio Harry Salvarrey, el día que Josefina Licitra le hizo la primera devolución a esta crónica sobre los alfajores míticos?
CHIRI: Me lo contaron, pero no lo pude escuchar.
H: Dijo que fue como una patada a su ego. Porque él pensaba que el texto estaba impecable en su primera versión, y Josefina se lo devolvió lleno de comentarios, tachaduras y reconstrucciones.
C: Bueno, es lo que siempre hace Josefina. Ella es un rottweiler sin bozal y las primeras versiones son un caniche toy recién bañado.
H: Sí, pero Harry, pobre, no conocía esta metáfora de los perritos muertos. Habría que empezar a decirle a los autores que Josefina es un rottweiler.
C: O la tenemos que empezar a sacar a la calle con bozal.
H: Sí. Una de dos.
C: La crónica quedó genial. Me gustó mucho la cata a ciegas del final, y las estadísticas serias sobre un tema tan frívolo.
H: Eso es lo que tiene esta crónica. Me hacer acordar mucho a un ensayo hermoso de Camilo José Cela sobre la mayonesa.
C: ¿Existe un ensayo sobre la mayonesa?
H: Es todavía mejor. Cela busca, en su ensayo, una etimología. Él quiere saber si se dice mayonesa, con y griega, o mahonesa, con hache intemedia. Y en la búsqueda de ese origen, como un detective, termina descubriendo quiénes inventaron la salsa y para qué. El ensayo está tratado con la rigurosidad más obstinada, pero el objeto de estudio es algo amarillo que le ponemos al sánguche. Eso es lo maravilloso del asunto.
CHIRI: «Vine a Quilmes a tratar de entender», dice Harry en un momento de la crónica. me encanta.
HERNÁN: A mí eso me hizo acordar a la frase famosa: «Vine a Comala porque me dijeron que acá vivía mi padre, un tal Pedro Páramo».
C: Perdóname, pero la búsqueda de los orígenes del Capitán del espacio es un poco más trivial que la del personaje de Juan Rulfo.
H: No se te ocurra repetir eso en el sur del conurbano, porque mañana podemos tener una manifestación de militantes del alfajor quemando gomas en la puerta de nuestras casas.
C: Para nada, soy muy fan de Capitán del espacio. Para mí es como si fuera la fábrica de Willy Wonka llevada a la realidad… Y además me saco el sombrero para festejar la victoria del antimárketing.
H: Yo también. Y si te fijás un poco, nosotros seguimos los pasos de don Ángel con la construcción de esta revista. Lo hicimos desde el principio sin saberlo y sin tomarlo como modelo.
C: ¿A ver? Sorprendeme.
H: Por ejemplo, tenemos una producción fija, no reimprimimos nunca, ni siquiera cuando nos lo piden masivamente. ¿Te acordás la edición que sacamos con la entrevista al Indio Solari?
C: Es verdad. Los quioscos de revistas nos pidieron miles y miles de ejemplares para abastecer a los lectores ricoteros, y no reimprimimos.
H: Exacto. Y como en el caso de los alfajores, tampoco apuntamos al público masivo.
C: Trabajamos de modo artesanal.
H: Esa también es una buena analogía. Y, fundamentalmente, no hacemos publicidad. Ni adentro ni afuera de la revista.
C: ¡Es verdad! Ahora habría que hacer una cerveza con gusto a revista Orsai.
H: Eso ya no tiene sentido.
C: O podríamoas ponerle dulce de leche a la revista, en las páginas del medio.
H: Yo creo que tendrías que aprender a no llevar las analogías tan lejos. Porque hay un momento en que deja de funcionar.

Ciencia para caballeros

CHIRI: Supongo que este contenido lo deben haber pasado por alto el noventa y cinco por ciento de las lectoras mujeres.
HERNÁN: Es un poco machista tu comentario.
C: ¡Uy, Dios! Desde que estás de novio con una socióloga nacida en los ochenta no se puede hablar más con vos como antes, a calzón quitado.
H: Otro comentario machista. Ya van dos.
C: ¿Y ese por qué es machista?
H: No sé. Yo digo así por las dudas de que alguna mujer esté escuchando la conversación. En realidad nunca sé cuándo un comentario es machista.
C: Empecemos de nuevo entonces. ¿Vos creés que las lectoras mujeres disfrutaron los textos de Zambayonny que publicamos en la revista?
H:
C: ¿Por qué me estás diciendo que «no» con señas?
H: Porque está mi señora cerca.
C: ¿Julieta está de acuerdo con que le digas «mi señora»?
H: ¡Uy! ¿Es machista eso también? ¡La concha de la lora, estamos rodeados de machismo simbólico!
C: Creo que «la concha de la lora» tampoco se puede decir más.
H: Hablemos de fútbol entonces. Es lo único de lo que se puede hablar sin pensar en nada.
C: Ok, empiezo de nuevo. Supongo que estos cuentos de Zambayonny lo deben haber pasado por alto el noventa y cinco por ciento de las lectoras mujeres.
H: Pero ya sabíamos que iba a ser así, Christian. Es un texto muy tecnicista, pero en breve se viene el Mundial…
C: Además son muy útiles las teorías de Zambayonny, muy reveladoras también.
H: Como las de Stephen Hawking, ¿las leíste?
C: No.
H: Para el Mundial de Brasil, el finado Stephen se puso a analizar datos de los mundiales desde 1966.
C: ¿Para qué?
H: Para establecer cómo se tiene que ejecutar el penal perfecto y determinar cuáles son las condiciones ideales para aumentar las posibilidades de éxito de su selección.
C: Le fue bastante para el orto porque, si mal no recuerdo, Inglaterra quedó eliminada en la primera ronda.
H: ¡Y en el último lugar de la tabla!
C: De todos modos, ¿a qué conclusiones llegó Hawking? Contame que me interesa.
H: Concluyó que en los penales, por ejemplo, cuando la pelota va a una de las dos esquinas superiores del arco, en el ochenta y cuatro por ciento de los casos termina en gol. Por otro lado, dijo que hay que pegarle con el borde interno del pie. Tomar al menos tres pasos de distancia para calibrar la velocidad necesaria y determinó que siempre deben patear los delanteros, nada de defesores ni mucho menos arqueros.
C: Coincide con Zamba, entonces.
H: Sí. O Zamba coincide con él, claramente. Y agrega que los pelados y los rubios son más precisos a la hora de meterla.
C: No sé bien por qué, pero coincido plenamente con eso. ¿Y respecto del éxito de Inglaterra? ¿Qué dijo?
H: Dijo que Inglaterra tenia que jugar con su uniforme rojo para incrementar las chances de ganar, y que debía salir a la cancha con un 4-3-3, mucho más ganador que el 4-4-2. También determinó que el clima templado favorece notablemente a su equipo. Y estableció una hora ideal para jugar: las tres de la tarde.
C: Lástima que se murió.
H: ¿Hawking? Por qué.
C: Podríamos haberle preguntado por qué las mujeres no entienden de fútbol.
H: ¡Shhh! Callate, que volvió mi señora.

Me pongo el pongo

HERNÁN: ¿Cómo definirías el oficio de Joe Sacco?
CHIRI: Él una vez dijo que hacía cómics periodísticos porque era la mejor manera de unir sus dos pasiones.
H: Sus dos pasiones, qué loco…
C: Te quedaste colgado.
H: ¿Te acordás una vez, hace mucho, que estábamos en el club Mercedes, y tuvimos que decidir si íbamos a ser escritores o dibujantes? También eran nuestras dos pasiones.
C: No fue en el Club Mercedes, fue en la plaza San Luis. Pero sí, me acuerdo. Teníamos doce años y nos gustaban mucho los dos oficios.
H: Y me acuerdo perfecto de cómo, después de mucho debate, elegimos escribir. Yo después pensé, durante muchos años, que había sido un error.
C: Porque tendríamos que haber elegido vos una cosa, y yo la otra.
H: ¡Claro! Pero en realidad ahora, viendo lo que hace Joe Sacco, se abre una nueva opción: haber elegido las dos cosas a la vez.
C: En realidad no es una nueva opción, porque ya perdimos el tren.
H: Es una opción que cayó en Sacco roto.
C: No es bueno el chiste. Me da bronca cuando te reís vos solo de chistes tuyos que no tienen gracia.
H: Sacco roto. Es buenísimo.
C: Volvamos a Joe. ¿Es un periodista que cuenta historias a través del cómic? ¿Es un dibujante que hace periodismo?
H: No sé, pero me encanta lo que hace. Contó un montón de historias complejas de forma sencilla y alucinante: el drama de la inmigración africana por el Mediterráneo, la realidad de Palestina contra la fuerza militar israelí…
C: Y estuvo en la guerra de Irak con las tropas de Estados Unidos.
H: Cada viñeta de Sacco es un mundo, como las que hacía Hergé en Las aventuras de Tintín…
C: Con la diferencia de que Hergé nunca se movió de Bruselas, y Sacco todo lo contrario. En ese sentido, Sacco se parece más a Tintín que a Hergé.
H: Hay un libro de él que es un solo dibujo, pero de unos ocho metros de largo, sobre el primer día de la batalla del Somme, durante la Primera Guerra Mundial.
C: Lo vi, qué bestia.
H: No hay ninguna palabra, no tiene nada escrito… Solo un dibujo lleno de detalles increíbles, que para verlo hay que ir desplegándolo como un acordeón.
C: Creo que sobre ese trabajo se hizo un mural gigante en la estación de subte de Montparnasse, en París.
H: Exacto, en Montparnasse. Que es la estación de subte más fría de París.
C: ¿Y eso qué tiene que ver?
H: Que para ver el mural, hay que ponerse un Sacco.
C: Sos muy boludo.
H: Pero te reíste. Hiciste fuerza con la boca y después miraste para otro lado.
C: No, es malísimo el chiste.
H: ¿Y por qué te escondés? Te estás riendo.
C: No.

El delgado hilo invisible

CHIRI: Tratá de no hacer ningún chiste con este tema, por favor, porque es una cosa jodida y bastante sensible.
HERNÁN: Vos tenías varios tocs cuando eras chico, ¿seguís teniendo ahora?
C: Algunos todavía me quedan.
H: ¿Por ejemplo?
C: Si voy caminando por la vereda al lado de una persona que quiero y que me importa mucho, no puede permitir que ningún peatón despistado pase por el medio de nosotros.
H: ¿Por qué?
C: Porque ese peatón que nos atraviesa se está llevando enganchado el hilo que nos mantiene unidos a mí y a la persona querida, y eso es terrible, ¿entendés?
H: Supongo que lo decís porque en algún momento el hilo deja de carretear, hace tope y se corta.
C: Exacto, y ahí es cuando irremediablemente tu destino y el de la persona querida se dividen y agarran caminos distintos.
H: Y lo peor es que eso puede ocurrir en cualquier momento, el hilo se puede cortar cuando uno menos lo espera.
C: ¡Qué bueno que me entiendas! Hace poco le confesé este toc a Pedro Mairal y me dijo que a él también le pasaba, pero que no era un toc sino una gran verdad. Es más, según él, no somos los únicos en conocer este secreto. Él dice que somos muchos más, pero que por temor permanecemos ocultos.
H: ¿Qué hay que hacer cuando te das cuenta de que alguien se está llevando tu hilo? ¿Hay que cagarlo a trompadas?
C: No, tenés que correrlo para que no se te escape, rodearlo por adelante y después desandar el camino. Esa es la fórmila para desenredar el hilo. Lo he tenido que hacer muchas veces en la calle, y nunca me arrepentí.
H: ¡Qué importante que es saber esto, querido amigo!
C: Hablando de todo un poco, ¿cómo llega la chica del toc a la revista?
H: La sigo en Twitter, es dibujante. Un día hizo una especie de catarsis respecto a su enfermedad. Le puso de título «Pequeña explicación sobre qué significa pasarla como el culo» y me acuerdo que la leí de un tirón, eran un montón de recomendaciones para quienes no entienden su enfermedad. Y me parecieron muy entretenidas.
C: ¿Y la llamaste para que escriba?
H: En realidad le pedí ese texto, y después entre Josefina y Martín Felipe la fueron guiando hasta conseguir un texto más literario.
C: ¿Vos tenés tocs?
H: Casi ninguno.
C: Es decir: tenés.
H: Son boludeces.
C: Decime uno.
H: No puedo tener archivos sueltos en el escritorio de la compu. Solamente carpetas, y deben ocupar solo una fila, a la derecha del monitor. Cada una de esas carpetas tienen que tener un nombre en mayúsculas, sin espacios, que no supere una línea de texto. Adentro de cada carpeta tiene que haber más carpetas, no archivos. Solo puede haber archivos en las subcarpetas.
C:
H: ¿Qué pasa? ¿Por qué me mirás así?
C: No, nada. Todo bien.
H: ¿Por qué agarrás la mochila? ¿Te tenés que ir?
C: Sí, mañana seguimos. Un beso grande.

Sueños de carnaval

HERNÁN: Nuna voy a poder olvidarme del aleph mexicano que le pasa por la cabeza al personaje del segundo cuento, con el jalapeño lubricado en el culo.
CHIRI: ¿Está a la altura de la escena de la pileta, en el cuento «Tripas» de Chuck Palahniuk?
H: ¡Ay, por el amor de Quetzalcóatl! No me hagás acordar de ese cuento.
C: Hay un momento del dolor físico en donde no hay niveles. No existe el más o el menos. Todo es insportable.
H: Me interesa mucho la obsesión de los mexicanos por lo picante… Dice Juan Villoro que la vida de los mexicanas junto al chile está acompañada de toda clase de aventuras gastrointestinales, a tal punto que hicieron de la diarrea una forma de patriotismo…
C: Me gustaron mucho los dos cuentos de Luz. En el primero las reminiscencias a nuestros corsos mercedinos son tremendas… ¿Fue una recomendación de Juan Sklar esta autora, no?
H: Sí. Juan me mandó un mail contándome una historia muy curiosa sobre ella, y te juro que sin haber leído los cuentos de Luz ya tenía unas ganas bárbaras de publicarla. Después, por suerte, los cuentos estuvieron a la altura.
C: ¿Qué decía Sklar en el mail?
H: Me contaba que Luz Vitolo había quedado finalista en un concurso de cuentos que organizó el año pasado el ministerio de cultura de la ciudad. ¿Te acordás?
C: Sí, «Ficciones», ese concurso que terminó levantando polémica porque los jurados ya habían dado el fallo pero el premio tardó varios meses en anunciarse.
H: Ese mismo. Los finalistas reclamaban, pero los organizadores ponían excusas y seguían en silencio. Y mientras tanto los escritores empezaban a levantar ansiedad. Entre ellos estaba Luz Vitolo, que es docente en el taller de Juan.
C: Es el mismo concurso que ganó Tamara Tenembaun.
H: ¡Justo, ahí quería llegar! Luz se entera de que el nombre de Tamara estaba entre los finalistas. Y a partir de ahí empieza a tener sueños recurrentes donde Tamara gana el concurso. Pasaron seis meses en los que Luz siguió teniendo estos sueños, cada vez más seguidos…
C: Hasta que finalmente el sueño se le cumplió.
H: Lo sorprendente, o no tanto, es que los cuentos de Luz muchas veces hablan sobre perdedores. Sobre el que se queda en las sombras. Y fijate cómo termina Padme, la nena del primer cuento. O cómo acaba el productor infeliz del cuento mexicano.
C: Me encantan los personajes que no tienen nada que perder, como el productor este.
H: O por lo menos los que «creen» que no tienen nada que perder. Y que por esa sensación de vacío, o de inmortalidad, juegan con los límites.
C: Vos eran muy de meterte cosas raras en el cuerpo. No por el culo, pero sí por la boca.
H: Sí, pero no me gusta mucho hablar de esa época.
C: ¿Te acordás cuando chupaste un trapo de piso con lavandina y estuviste dos semanas con ampollas en la boca?
H: No tengo ganas de hablar de ese asunto, Christian. Y menos cuando estamos grabando esta cnversación para la revista.
C: Contale a tu público, Hernán, lo que hacías cuando eras muchacho.
H: Basta.

Hombre de campo, bicho de ciudad

CHIRI: Qué bueno haber podido juntar otra vez a la dupla Mairal-González, como hicimos en El gran surubí.
HERNÁN: Sí, costó, porque Jorge estaba tapado de laburo y al principio dijo que no podía.
C: Es hombre muy New Yorker, como Liniers. Son los Manu Ginóbili de la ilustración nacional. ¿Vos te fijaste que Jorge González siempre dice que no, y después afloja?
H: ¡Es verdad! Cuando le mandamos el poema de Pedrito y lo leyó, se terminó convenciendo solo y no se lo quiso perder por nada del mundo.
C: Me gusta que Pedro lo trate de usted a Cipriano, en el poema, con voz honda, profunda, me lo imagino… «Usted siempre decía que el viejo mandarino del último potrero era sembrado a culo, alguien cagando en el siglo diecinueve entre los yuyos, dejando la semilla sin digerir»…
H: ¡Qué lindos esos versos! Sin embargo, a mí nunca me gustó cagar en el campo, me doy cuenta de que soy un producto de ciudad…
C: Habrás tenido algún trauma, de chico.
H: Una vez lo vi cagar al Chino Silvestre desde arriba del puente del río Luján, por donde pasaba el tren. Él arriba de las vigas de madera, y nosotros abajo, a la vera del río. ¿Te acordás?
C: Me acuerdo como si fuera hoy.
H: Ver al Chino haciendo fuerza en contrapicado me traumó el ejercicio noble de cagar a la intemperie. Si no tengo toallitas húmedas, un baño aséptico y tranquilidad burguesa, yo no puedo evacuar.
C: Vi que te armaste una biblioteca en el baño, como Horacio Altuna.
H: ¡Ojalá! Mi baño tiene estantes con libros, pero no le llega ni a los talones al de Horacio. Altuna caga como un rey godo. Tiene colecciones de revistas ordenadas por año, libros separados por género, lo leído a la izquierda, lo por leer a la derecha, tiene los jabones por orden alfabético: azahar, jazmín, lavanda… Yo nunca vi un baño tan hermoso.
C: Altuna es de campo, pero tampoco debe cagar a la intemperie.
H: ¡En absoluto!
C: Yo creo que Pedro Marial puede escribir con tanta profundidad sobre personajes como Cipriano porque, en el fondo, es un tipo de campo atrapado en un hombre de ciudad.
H: Antes sí, ahora ya no. Pedro ahora es un músico urbanita, cambió de rubro. ¿No viste que va a programas de radio y canta canciones?
C: Sí, acaba de armar un dúo con otro escritor, Rafa Otegui, que se llama «Pensé que era viernes» y tienen unas canciones preciosas. Pero fíjate que hacen chacareras, milongas y esa clase de cosas, ¿eh?
H: Me encantaría que tocaran en la presentación de este número de la revista, después de todo su debut musical de Pedrito fue con nosotros, en la presentación de la Orsai pasada.
C: Ojalá esté en el país. Porque otra cosa que le pasa muchoa Pedro es que se va de viaje a cada rato.
H: Y sin la esposa. Tiene la suerte de tener una esposa que lo deja suelto.
C: Lo decís con un dejo de amargura. ¿Tu mujer no te deja ir solo mucho tiempo?
H: Doce horas máximo.
C: ¿No es poco?
H: Le estoy negociando catorce. Las paritarias son en junio.

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